Otra vez
insomnio. Así qué sube por el ascensor y sale a la terraza. Hace mucho frío. Se
sienta a mirar el eclipse lunar.
La terraza es
oscura y está rodeada de la estructura gris del edificio, alrededor miles de
luces, algunas se encienden y vuelven a apagarse.
Enfrente está
el hospital, un edificio no muy alto, ventanas como bocas negras.
El resto de los
edificios contiguos parecen estar dormidos.
Se escucha una
marea de motores lejanos, los autos que pasan por las avenidas circundantes. Un
perro a lo lejos.
Ella fuma un
cigarrillo y observa el humo, escucha una hoja que se arrastra sobre el suelo
de la terraza produciendo un crujido.
La luna se va
poniendo roja de a poco. Mira a un costado y ve un punto naranja que se ve desde
una ventana en el edificio de enfrente. Sólo una brasa, el resto negro. Alguien
mira el eclipse y fuma otro cigarrillo.
La luna está
casi toda teñida, queda sólo un filamento blanco. Ella se queda
mirándola y de repente un color rojo intenso inunda todo.
Se desvanece y
cuando abre los ojos esta amaneciendo.
Se incorpora, baja a su departamento y abre
la puerta. Se queda petrificada al encontrarse con otra mujer, de espaldas, su
piel es blanca y brillante, el pelo rojo, mira por la ventana y fuma un cigarrillo.
Gira lentamente la cabeza hacia ella que continua quieta en la puerta. Las dos
mujeres se quedan inmóviles mirándose la una a la otra, que son la misma.